Los arqueólogos Ivan Šprajc y Pedro Francisco Sánchez Nava afirman que solo es un mito el promovido descenso de la serpiente durante el equinoccio.
Foto: Cortesía INAH |
PALENQUE, Chiapas.
Una investigación ha echado abajo el gran evento turístico de Chichén Itzá. El promovido descenso de Kukulkán por la escalinata principal de la pirámide de El Castillo, que año con año atrae a miles de turistas al sitio arqueológico, es un mito y sólo se trata de un fenómeno fortuito de luz y sombra que jamás fue planeado por los antiguos mayas para conmemorar los equinoccios, de acuerdo con los arqueólogos Ivan Šprajc y Pedro Francisco Sánchez Nava.
Impulsado por el propio estado de Yucatán como uno de los más “impresionantes” sucesos arqueastronómicos mayas y avalado como verdadero por instituciones como National Geographic, el fenómeno suscitó diferentes mentiras. Tampoco es verdad que se trata de un fenómeno exclusivo del equinoccio ya que es visible durante más de un mes, desde el 10 de marzo hasta la mitad de abril, de cada año.
El fenómeno, afirmó Šprajc después de su intervención en el primer día de actividades de la VIII Mesa Redonda de Palenque, “es una interpretación para la que no tenemos ninguna base; las cabezas de serpiente están en la base de las dos alfardas de la escalinata norte, que es donde se produce el fenómeno pero a lo mejor las serpientes están ahí porque era la escalinata principal, la que conduce al templo principal que está mirando hacia el norte, hacia el cenote sagrado, esa puede ser la interpretación de porque están ahí las serpientes pero no por el fenómeno de luz y sombra”.
De acuerdo con la versión generalizada y empleada por el discurso turístico, la tarde en que acontece el equinoccio, la posición del sol permite observar sobre la escalinata de la estructura arqueológica siete triángulos de luz invertidos, resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de la estructura. Este reflejo ha sido interpretado como el cuerpo de una serpiente, cuya cabeza esculpida se localiza en la base de la alfarda. La versión narra que este halo acaba perfilándose por el sacbé o camino hacia el cenote sagrado.
Para comprobar el hecho de que sólo se trata de un mito, Šprajc y Sánchez Nava debieron registrar en fotografías, durante 15 días, la proyección de la luz del sol sobre la pirámide. A partir de las 14 horas captaron cada cinco minutos una imagen de la sombra proyectada y descubrieron que el suceso es visible durante varios días. De hecho, afirman que la hora en que el fenómeno registra su mejor momento es una hora antes del ocaso.
Pero la proyección de la luz en forma de una supuesta serpiente, no sólo se trata de una mera interpretación. Los especialistas afirman que no existe evidencia de que los antiguos mayas, valorados por sus amplios conocimientos astronómicos, hayan hecho el registro de los equinoccios.
No hay ningún dato, la pirámide está orientada astronómicamente hacia ciertas fechas que no están solamente ahí registradas, sino también por ejemplo en El Castillo de Tulum, tiene exactamente la misma orientación, pero son otras fechas, no tiene nada que ver con los equinoccios”, señala Sánchez Nava.
La desarticulación del mito en Chichén Itzá forma parte de un estudio más detallado acerca de la verdadera relación de otras estructuras prehispánicas mayas con el fenómeno astronómico. Y en ningún caso, guardan relación. Los edificios eran construidos con una orientación que quería simbolizar el orden del cosmos ideal pero jamás para registrar un fenómeno como los equinoccios.
En Chichén, “cuando baja el sol, dependiendo de la orientación de la pirámide, en cierta época del año vamos a ver la proyección de estos cuerpos escalonados por lo cual se forman los triángulos, pero eso no implica que fuera logrado a propósito. Yo pienso que no fue logrado a propósito, al menos no hay ninguna evidencia y hasta que no haya ninguna evidencia no podemos pensar que fue un diseño consciente”, dice Šprajc.
Las evidencias sirven ahora a los especialistas para alertar sobre esas multitudinarias “verbenas equinoccionales” que abarrotan de turismo los sísmicos arqueológicos durante el fenómeno astronómico. “Ese día todos se amontonan en el equinoccio que hasta donde sabemos no tenia ningún significado en Mesoamérica, para los mayas, al parecer no tenían el concepto de equinoccio como se define en la astronomía moderna, que es un concepto muy complicado y hay muchas culturas antiguas del mundo que no tenían ningún concepto del equinoccio”.
Pero ¿esta idea explotada por el turismo no representa una contradicción de lo que en realidad está representado en las ruinas arqueológicas? “Totalmente hay una contradicción, el origen de nuestro proyecto era registrar fenómenos reales, verídicos, incluso se puede buscar una visita mucho más académica de otros fenómenos que no son conocidos y que tenemos registrados”.
Fuente:Excelsior