La película 'Lo que de verdad importa' se estrenará este viernes en México, tras haber cosechado 450.000 espectadores y 2,7 millones de euros en las 10 semanas que ha taquillas españolas, según los responsables de la película.
La cinta, dirigida por Paco Arango, destinará el total de sus beneficios a la ONG Casa de la Amistad y Va por mi Cuenta, movimiento solidario respaldado por la Fundación Alsea, dedicadas a la asistencia a menores sin recursos que padecen cáncer y a la lucha contra la pobreza alimentaria, respectivamente.
En España, la recaudación obtenida "permitirá que 1.000 niños enfermos de cáncer de toda España disfruten de una semana increíble de vacaciones, sin coste ninguno para sus familias" en Italia e Irlanda.
"Gracias a una película, vamos a llevar mil niños de campamento de Paul Newman. Estamos muy contentos y emocionados. Esperamos que en México funcione igual de bien para ayudar también a cientos de niños", ha manifestado el director del proyecto, Paco Arango.
Cuando una película se propone desde el principio dejar un claro mensaje positivo, a veces las cosas no resultan del todo bien. Ese es el caso de Lo que de verdad importa, opus número dos del director mexicano de origen español Paco Arango, quien en 2011 había hecho Maktub, fábula navideña sobre un hombre al que le cambia la vida su encuentro con un chico de 15 años con cáncer terminal y que tenía un reparto de lujo entre quienes se encontraban Aitana Sánchez Gijon y Goya Toledo.
Lo que de verdad importa también toca el tema del cáncer terminal a través de un personaje adolescente, en este caso una chica de 14 llamada Abigail (interpretada por Kaitlyn Bernard). Que estos personajes pueblen las historias de Arango, guionista de sus propias películas, no es casualidad. Desde 2005 tiene su propia fundación (Aladina) dedicada a ayudar a niños con cáncer y es miembro de la fundación de Paul Newman, que organiza campamentos para niños enfermos, y a quien de hecho dedica Lo que de verdad importa. En México, la totalidad de lo recaudado en taquilla será destinado a Casa de la Amistad IAP y al Movimiento Va por Mi Cuenta. Todo eso está muy bien y es muy loable; sin embargo, los afanes bienintencionados a veces terminan por no cuajar completamente. A pesar de los repartos de lujo, como el caso de esta cinta, y a pesar de una impecable manufactura técnica.
Elaborada como una comedia familiar, la historia sigue a Alec (Oliver Jackson-Cohen de la serie Emerald City), un tipo que tiene un negocio de reparación eléctrica llamado The Healer. No obstante, está endeudado y le debe dinero a un mafioso en Londres. Un día se encuentra con su tío Raymond Heacock (el estupendo Jonathan Pryce de Brazil y, recientemente, el Gorrión Supremo de Game of Thrones), hermano de su madre ya fallecida y a quien ni siquiera conocía, quien le propone pagarle todas sus deudas con la condición de que se traslade a Halifax, Nueva Escocia, en Canadá, durante todo un año.
Aunque reticente, Alec se traslada al pequeño poblado, donde los lugareños lo creen una especie de elegido, el sanador del título original.
A partir de aquí, se desarrollará un conflicto interior en Alec, quien no cree tener ninguna clase de don. Encontrará apoyo en Cecilia (Camilla Luddington, la Dra. Jo Wilson de Grey’s Anatomy), quien le dará trabajo, y se encontrará con gente cariñosa que confía plenamente en él, salvo el sheriff local (Adrian G. Griffiths) y el padre Malloy (Jorge Garcia), quienes al principio lo ponen en duda. Incluso él mismo duda de sí mismo.
Fotografiada espléndidamente por Javier Aguirresarobe (Vicky Cristina Barcelona y Jazmín azul), la película tiene su clímax cuando Alec conoce a la joven Abigail, adolescente con cáncer terminal que arregla las cosas para que él acepte pasar un par de días con ella para supuestamente ayudar a buscar su sanación. Será esta relación la que cambie la forma de ver el mundo de Alec, acorazado en sí mismo debido a la pérdida de su familia pero especialmente por el fallecimiento de su hermano gemelo. La apertura y alegría por la vida de Abigail le cambiará lo más profundo.Sin embargo, y a pesar de la empatía de los actores, las dosis de comedia y las buenas intenciones, hay un punto que entorpece toda la narrativa: el score de Nathan Wang. Sus notas sensibleras y su continua y reiterada aparición adquiriendo un protagonismo estorboso, hacen que la película vaya dando tropezones una y otra vez. Marca las notas de comedia, fantasía y drama con clichés sonoros que por poco dan al traste con Lo que de verdad importa.
Fuente: Cinepremiere y vanguardia