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    miércoles, 20 de diciembre de 2017

    Cultivando oxígeno

    Cuando los recursos son limitados, hay que aguzar el ingenio, especialmente en el entorno adverso del espacio. Aunque la Estación Espacial Internacional se reabastece periódicamente mediante naves de carga como Dragon, los vuelos espaciales del futuro serán autosuficientes, y para ello habrá que reciclar y reutilizar recursos preciosos como el oxígeno. Precisamente eso es lo que estudiará un experimento a punto de comenzar. 

    Los investigadores van a analizar cómo la fotosíntesis —el proceso mediante el cual los organismos convierten la luz en energía, liberando oxígeno como subproducto— tiene lugar en el espacio.

    Para ello han cargado la microalga Arthrospira, conocida comúnmente como espirulina, en un fotobiorreactor, una especie de cilindro bañado en luz. En la Estación Espacial, el dióxido de carbono se transformará mediante la fotosíntesis en oxígeno y biomasa consumible, como proteínas.

    Aunque en la Tierra este es un proceso rutinario, tenemos que comprender cómo funciona en el espacio antes de poder explotarlo. El experimento se desarrollará durante un mes, mientras se mide con precisión la cantidad de oxígeno que producen las algas.

    Las microalgas se analizarán en cuanto Dragon regrese a la Tierra en abril, observando su información genética para obtener una imagen más clara de los efectos de la ingravidez y la radiación en las células de estas plantas. Se sabe que la Arthrospira es muy resistente a la radiación, pero tenemos que comprobar hasta qué punto tolera las contingencias del espacio.

    El proyecto piloto Artemiss es el primero de su clase, y los investigadores e ingenieros esperan poder continuar desarrollándolo con un estudio mayor que alimente microalgas de forma continua.

    El proyecto es parte del Sistema Alternativo de Soporte Microecológico para la Vida (Melissa), una iniciativa que está desarrollando tecnologías regenerativas para el soporte vital.

    Melissa abarca numerosas actividades investigadoras y educativas, como el proyecto científico ciudadano AstroPlant, que recopila datos sobre cómo las plantas crecen bajo distintos niveles de luminosidad.


    Pronto dará la bienvenida a otro precursor tecnológico, Uriniss, que estudiará cómo reciclar orina para obtener gas de nitrógeno, energía, potenciales nutrientes para plantas y, por supuesto, agua. Porque si la vida en el espacio nos da orina, nosotros hacemos agua. (Fuente: ESA)
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